2 Corintios 4: 8-9 (NVI) - Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.
Hace unos años asistí a una clase titulada "Piensa como un ganador" dirigida por un Rabino amigo mío. Aunque el concepto pensado en esta clase parecía obvio, sin los recordatorios y las herramientas enseñadas en la clase es fácil olvidar cómo pensar como un ganador. Reflexionar sobre el valor que obtuve de esta clase me recordó que más creyentes necesitan siempre "pensar como ganadores".
No importa qué batalla o desafío aparezca en tu vida, cree que ya has ganado la batalla. Que Dios está luchando a tu lado y para ti. No importa por lo qué estes pasando, él gana y como miembro de la familia de Dios, si gana, tú ganas. A medida que atraviesas dificultades en la vida, qué maravilloso sería simplemente montar las olas, mantener la cabeza fuera del agua porque sabes quién gana al final. Entrenas tu mente para "pensar como un ganador". Las cosas nunca son lo que parecen.
El versículo de hoy es un recordatorio de que estás preparado para ganar. Nunca deje de "pensar como un ganador". Refresque sus pensamientos con las palabras y promesas de Dios. Si creemos en las promesas de Dios y nos negamos a renunciar, no podemos perder. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Ponte de pie porque eres parte de la familia de Dios ... Una familia que piensa como ganadores porque nacieron a una familia de ganadores.
Gracias por el recordatorio de que como miembro de su familia, debo pensar como un ganador. Esa derrota es rendirse al enemigo. Rezo para que todos tus hijos piensen como ganadores. Que recuerden que son parte de su familia y que ya ganaron a través de su relación con usted. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.Pido esto en el nombre de tu hijo Jesús. ¡Amén!