Hay muchas razones por las que nos enojamos, incluido la pérdida del poder, la decepción, nuestro ego, no lograr lo que queremos, y a veces simplemente porque perdimos el control de algo. Resistir el sentimiento y la emoción de el enojo no es fácil. Sin embargo, una fruta del espíritu es el autocontrol. Si somos capaces de activar el autocontrol, ¿podríamos evitar la contaminación continua que causa el enojo?
¿Has pensado cómo la ira nos contamina y el mundo en el que vivimos? Ejercer más autocontrol nos llevaría a elegir responder a las palabras y acciones ofensivas con amabilidad. Muchos de nosotros preferimos tener razón que bondad. El versículo de hoy es un recordatorio de que también debemos deshacernos de cosas como estas: enojo, ira, malicia, difamación y lenguaje sucio de nuestros labios. ¿Cuál elegirás, bondad o enojo? Te animo a leer Colosenses 3.